JUAREZ, LA CARA OCULTA
“Yo, Benito Juárez, Gobernador del Estado de Oaxaca, juro por Dios y por los santos evangelios que defenderé y conservaré la religión católica, apostólica, romana, sin permitir otra alguna en el Estado” (Juárez, el 29 de octubre de 1847, al tomar posesión).
“Desearía que el protestantismo se mexicanizara conquistando a los indios” (Benito Juárez, en Flor y látigo, recopilación de frases juaristas por Andrés Henestrosa).
“Cede la República Mexicana a los EE.UU. y sus conciudadanos y bienes, en perpetuidad, el derecho de tránsito por el Istmo de Tehuantepec, de uno a otro mar, por cualquier camino que actualmente exista o que existiere en lo sucesivo”. (Primer artículo del Tratado MacLane-Ocampo, ordenado por Benito Juárez a su ministro de Relaciones Exteriores y suscrito por éste el 1º de diciembre de 1859).
“Se trata de una de las páginas más desconcertantes de la historia del siglo XIX. Ocampo, …concertó con aprobación de Juárez, nada menos que la entrega parcial de la soberanía mexicana…el Tratado, que a todas luces comprometía la soberanía del país imponiendo un protectorado perpetuo.” (Enrique Krauze, en Siglo de caudillos.)
“En algunos ratos desocupados mi tío me enseñaba a leer, me manifestaba lo útil y conveniente que era saber el idioma castellano.” (Benito Juárez, en Apuntes para mis hijos). Entonces, desde niño ya sabía leer y hablar castellano, contra la creencia popular.
El 17 de diciembre de 1818, Juárez abandonó San Pablo Guelatao, para no regresar jamás, como jamás dedicó siquiera alguna obra pública o escuela a su pueblo natal. Ahora se quiere hacer de Guelatao el centro político de México.
“En el caso excepcional de peligro imprevisto o inminente para la vida o las propiedades de ciudadanos de los EE.UU., quedan autorizadas las fuerzas de dicha república para obrar en protección de aquellos, sin haber obtenido previo consentimiento” (último párrafo del artículo 5º del Tratado MacLane-Ocampo). El gobierno de México iba a recibir cuatro millones de pesos por firmar el Tratado.
“Precisamente a causa de esas concesiones extremadamente liberales que por un miserable platillo de lentejas concedió Juárez a los Estados Unidos, llegaron éstos a despreciarlo y a aplicarle los calificativos más denigrativos. ‘Con la esperanza quizá de asegurarse para sí un gobierno más firme y duradero, decía su prensa, Juárez vino a representar un papel no común en su país, el de destruir la independencia’ (The Atlantic, Boston, 1º de abril de 1860)” (citado por Francisco Regis Planchet, en La cuestión religiosa en México).
“Este tratado no ha tenido, ni tendrá, justificación alguna, ya que implicaba una verdadera servidumbre internacional y graves peligros para la independencia de la Patria”. (Héctor Pérez Martínez, en Juárez el impasible).
El senado de los Estados Unidos, en 1859, con mayoría republicana, no quería que los demócratas tuvieran más tierras en el sur de su país, ya que se favorecería el esclavismo y los confederados (secesionistas) estarían en mejor posición. Entonces, nos ayudó una diferencia política interna de los Estados Unidos, no la simpatía hacia Juárez. El presidente era el demócrata expansionista James Buchanan.
“¡Levanten esas armas! ¡Los valientes no asesinan!” Guillermo Prieto, protegiendo a Juárez en Guadalajara, 13 de marzo de 1858.
“El día 13 se sublevó la guardia de Palacio. Fui hecho prisionero por orden de Landa, que encabezó el motín. El día 15 salí en libertad” (Diario de Benito Juárez, ni siquiera mencionó a su defensor, a quien después despreciaría, junto a su paisano Manuel Ruiz y al general Negrete).
“Para todos, justicia; para los amigos, favor y justicia” (Benito Juárez, en Flor y látigo, recopilación de Andrés Henestrosa).
¿Y alguien se acuerda que hizo Juárez por su patria en 1847, cuando los estados Unidos invadía México y se apoderaba de más de medio territorio? Ya lo veremos.
Publicado en EL IMPARCIAL, el domingo 19 de marzo de 2006, pág. 1-B
“Desearía que el protestantismo se mexicanizara conquistando a los indios” (Benito Juárez, en Flor y látigo, recopilación de frases juaristas por Andrés Henestrosa).
“Cede la República Mexicana a los EE.UU. y sus conciudadanos y bienes, en perpetuidad, el derecho de tránsito por el Istmo de Tehuantepec, de uno a otro mar, por cualquier camino que actualmente exista o que existiere en lo sucesivo”. (Primer artículo del Tratado MacLane-Ocampo, ordenado por Benito Juárez a su ministro de Relaciones Exteriores y suscrito por éste el 1º de diciembre de 1859).
“Se trata de una de las páginas más desconcertantes de la historia del siglo XIX. Ocampo, …concertó con aprobación de Juárez, nada menos que la entrega parcial de la soberanía mexicana…el Tratado, que a todas luces comprometía la soberanía del país imponiendo un protectorado perpetuo.” (Enrique Krauze, en Siglo de caudillos.)
“En algunos ratos desocupados mi tío me enseñaba a leer, me manifestaba lo útil y conveniente que era saber el idioma castellano.” (Benito Juárez, en Apuntes para mis hijos). Entonces, desde niño ya sabía leer y hablar castellano, contra la creencia popular.
El 17 de diciembre de 1818, Juárez abandonó San Pablo Guelatao, para no regresar jamás, como jamás dedicó siquiera alguna obra pública o escuela a su pueblo natal. Ahora se quiere hacer de Guelatao el centro político de México.
“En el caso excepcional de peligro imprevisto o inminente para la vida o las propiedades de ciudadanos de los EE.UU., quedan autorizadas las fuerzas de dicha república para obrar en protección de aquellos, sin haber obtenido previo consentimiento” (último párrafo del artículo 5º del Tratado MacLane-Ocampo). El gobierno de México iba a recibir cuatro millones de pesos por firmar el Tratado.
“Precisamente a causa de esas concesiones extremadamente liberales que por un miserable platillo de lentejas concedió Juárez a los Estados Unidos, llegaron éstos a despreciarlo y a aplicarle los calificativos más denigrativos. ‘Con la esperanza quizá de asegurarse para sí un gobierno más firme y duradero, decía su prensa, Juárez vino a representar un papel no común en su país, el de destruir la independencia’ (The Atlantic, Boston, 1º de abril de 1860)” (citado por Francisco Regis Planchet, en La cuestión religiosa en México).
“Este tratado no ha tenido, ni tendrá, justificación alguna, ya que implicaba una verdadera servidumbre internacional y graves peligros para la independencia de la Patria”. (Héctor Pérez Martínez, en Juárez el impasible).
El senado de los Estados Unidos, en 1859, con mayoría republicana, no quería que los demócratas tuvieran más tierras en el sur de su país, ya que se favorecería el esclavismo y los confederados (secesionistas) estarían en mejor posición. Entonces, nos ayudó una diferencia política interna de los Estados Unidos, no la simpatía hacia Juárez. El presidente era el demócrata expansionista James Buchanan.
“¡Levanten esas armas! ¡Los valientes no asesinan!” Guillermo Prieto, protegiendo a Juárez en Guadalajara, 13 de marzo de 1858.
“El día 13 se sublevó la guardia de Palacio. Fui hecho prisionero por orden de Landa, que encabezó el motín. El día 15 salí en libertad” (Diario de Benito Juárez, ni siquiera mencionó a su defensor, a quien después despreciaría, junto a su paisano Manuel Ruiz y al general Negrete).
“Para todos, justicia; para los amigos, favor y justicia” (Benito Juárez, en Flor y látigo, recopilación de Andrés Henestrosa).
¿Y alguien se acuerda que hizo Juárez por su patria en 1847, cuando los estados Unidos invadía México y se apoderaba de más de medio territorio? Ya lo veremos.
Publicado en EL IMPARCIAL, el domingo 19 de marzo de 2006, pág. 1-B
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