26.3.06

JUAREZ EN 1847: LO QUE NO SE HA DICHO

En 1847 perdimos en injusta guerra contra Estados Unidos, los territorios de Nuevo México, la Alta California y lo que hoy son Arizona, Nevada y Utah. Un militar oaxaqueño, don Antonio de León defendió heroicamente Molino del Rey y murió por la patria. Otro oaxaqueño, Juárez, huyó del conflicto.
León había sido gobernador de Oaxaca y Juárez su Secretario del Despacho. En 1846 Juárez dejó de ser parte de una junta de notables que gobernaba temporalmente el estado, para viajar a la ciudad de México y formar parte de la legislatura que supuestamente iba a modificar la Constitución de 1824.
Hoy se sabe que el diputado Juárez no hizo más que suscribir dos documentos: un manifiesto de los diputados (11 de marzo de 1847) declarando a Santa Anna “benemérito de la patria”, (sí, leyó usted bien, a Antonio López de Santa Anna); otro, con toda la diputación, el ridículo decreto para hipotecar los bienes del clero y utilizar los fondos en la guerra, que nunca entró en vigor y, en agosto de 1847, Benito regresa a Oaxaca según dice en sus Efemérides (Documentos, discursos y correspondencia DDC, compilación del Ing. Jorge L. Tamayo, tomo 1 de 15), para “dedicarme al ejercicio de mi profesión”. (“Juárez emprendió viaje a Oaxaca, a pretexto de venir a ejercer su profesión”, cita Iturribarría: Oaxaca en la Historia). Es decir, con los yanquis encima de la capital, abandonaba ésta para en realidad ir a hacer política: el 29 de octubre juraba como gobernador, como reseñamos (HOJA POR HOJA, domingo 19 de marzo 2006).
Para esas fechas, la invasión americana había triunfado y se izaba la bandera yanqui en Palacio Nacional el mismo 15 de septiembre. La guerra había terminado y sólo se estaba en espera del armisticio.
Sin riesgo de guerra ya, el 23 de octubre de ’47, Juárez invoca “el auxilio de la Providencia Divina” (DDC) y pide a los oaxaqueños luchar y “morir en defensa de la independencia y la libertad del país”. En papel, de lejos y sin peligro, todo le era fácil.
Luego, el 5 de noviembre del mismo ’47 (DDC), obliga a don Diego L. Innes (ancestro de nuestro querido director de la Banda de Música del Estado 1950-1975), hipotecar sus bienes para ¡sufragar la defensa!, por supuesto el gobernador no rindió cuentas. Algo igual hizo el 15 de noviembre, pidiendo dinero al obispo, don Antonio Mantecón, quien acepta en escrito del 18 del mismo mes. (DDC).
En enero de 1848 firmó un manifiesto (DDC) condenando a los “yanquis y a los traidores” y previniendo a la población de la posible “invasión” al estado. En febrero de 1848 se firmaban los Tratados de Guadalupe Hidalgo. Eran obvias las simulaciones.
Esos fueron sus hechos, precisamente cuando el País sufrió el mayor despojo geográfico y de su soberanía. Antonio de León moría, Juárez huía.
Juárez y los liberales, no sólo se hicieron a un lado (como Ocampo también), sino que fueron complacientes y simpatizantes con los americanos, y como una prueba está la comilona que Miguel Lerdo de Tejada ofreció en el Convento del Desierto de los Leones, al General Winfield Scott, para implorarle se quedara con todo el territorio mexicano y fuera además presidente de México ¡Esos son los hombres de la Reforma ante el invasor!
Hoy se sabe también que Juárez, el presunto ejemplar esposo y padre, tuvo otra mujer: Juana Rosa Chagoya, con quien procreó dos hijos: Tereso y Susana, ésta última deficiente mental fue representada por don José Maza en el juicio testamentario, en el cual expresamente es referida como “hija natural”, aceptándolo Manuela, Felícitas; Margarita, Soledad, María de Jesús, Josefa y el joven Benito Juárez (Maza). Todo ante el Notario José Villela, el 19 de mayo de 1873. (Asunto citado en la recopilación de Tamayo y detallado por José Manuel Villalpando y Josefina Zoraida Vázquez).
La inmoralidad de políticos y de historiadores oficiales ha hecho que se oculte la verdad sobre uno de los hombres que no ha sido enjuiciado, a quien han convertido en una expresión sacralizada y no en un hombre de carne y hueso, lleno de errores graves. Seguiremos con este tema.

Publicado en EL IMPARCIAL, Oaxaca, el domingo 26 de marzo de 2006, pág. 1-B.

19.3.06

JUAREZ, LA CARA OCULTA

“Yo, Benito Juárez, Gobernador del Estado de Oaxaca, juro por Dios y por los santos evangelios que defenderé y conservaré la religión católica, apostólica, romana, sin permitir otra alguna en el Estado” (Juárez, el 29 de octubre de 1847, al tomar posesión).
“Desearía que el protestantismo se mexicanizara conquistando a los indios” (Benito Juárez, en Flor y látigo, recopilación de frases juaristas por Andrés Henestrosa).
“Cede la República Mexicana a los EE.UU. y sus conciudadanos y bienes, en perpetuidad, el derecho de tránsito por el Istmo de Tehuantepec, de uno a otro mar, por cualquier camino que actualmente exista o que existiere en lo sucesivo”. (Primer artículo del Tratado MacLane-Ocampo, ordenado por Benito Juárez a su ministro de Relaciones Exteriores y suscrito por éste el 1º de diciembre de 1859).
“Se trata de una de las páginas más desconcertantes de la historia del siglo XIX. Ocampo, …concertó con aprobación de Juárez, nada menos que la entrega parcial de la soberanía mexicana…el Tratado, que a todas luces comprometía la soberanía del país imponiendo un protectorado perpetuo.” (Enrique Krauze, en Siglo de caudillos.)
“En algunos ratos desocupados mi tío me enseñaba a leer, me manifestaba lo útil y conveniente que era saber el idioma castellano.” (Benito Juárez, en Apuntes para mis hijos). Entonces, desde niño ya sabía leer y hablar castellano, contra la creencia popular.
El 17 de diciembre de 1818, Juárez abandonó San Pablo Guelatao, para no regresar jamás, como jamás dedicó siquiera alguna obra pública o escuela a su pueblo natal. Ahora se quiere hacer de Guelatao el centro político de México.
“En el caso excepcional de peligro imprevisto o inminente para la vida o las propiedades de ciudadanos de los EE.UU., quedan autorizadas las fuerzas de dicha república para obrar en protección de aquellos, sin haber obtenido previo consentimiento” (último párrafo del artículo 5º del Tratado MacLane-Ocampo). El gobierno de México iba a recibir cuatro millones de pesos por firmar el Tratado.
“Precisamente a causa de esas concesiones extremadamente liberales que por un miserable platillo de lentejas concedió Juárez a los Estados Unidos, llegaron éstos a despreciarlo y a aplicarle los calificativos más denigrativos. ‘Con la esperanza quizá de asegurarse para sí un gobierno más firme y duradero, decía su prensa, Juárez vino a representar un papel no común en su país, el de destruir la independencia’ (The Atlantic, Boston, 1º de abril de 1860)” (citado por Francisco Regis Planchet, en La cuestión religiosa en México).
“Este tratado no ha tenido, ni tendrá, justificación alguna, ya que implicaba una verdadera servidumbre internacional y graves peligros para la independencia de la Patria”. (Héctor Pérez Martínez, en Juárez el impasible).
El senado de los Estados Unidos, en 1859, con mayoría republicana, no quería que los demócratas tuvieran más tierras en el sur de su país, ya que se favorecería el esclavismo y los confederados (secesionistas) estarían en mejor posición. Entonces, nos ayudó una diferencia política interna de los Estados Unidos, no la simpatía hacia Juárez. El presidente era el demócrata expansionista James Buchanan.
“¡Levanten esas armas! ¡Los valientes no asesinan!” Guillermo Prieto, protegiendo a Juárez en Guadalajara, 13 de marzo de 1858.
“El día 13 se sublevó la guardia de Palacio. Fui hecho prisionero por orden de Landa, que encabezó el motín. El día 15 salí en libertad” (Diario de Benito Juárez, ni siquiera mencionó a su defensor, a quien después despreciaría, junto a su paisano Manuel Ruiz y al general Negrete).
“Para todos, justicia; para los amigos, favor y justicia” (Benito Juárez, en Flor y látigo, recopilación de Andrés Henestrosa).
¿Y alguien se acuerda que hizo Juárez por su patria en 1847, cuando los estados Unidos invadía México y se apoderaba de más de medio territorio? Ya lo veremos.

Publicado en EL IMPARCIAL, el domingo 19 de marzo de 2006, pág. 1-B